Asuntos de Soberania

No es lo mismo verla venir que platicar con ella. Así es, la sabiduría popular ha acuñado esta frase para, significar que, hasta que uno en carne propia en una situación, es hasta entonces que la opinión sobre esa situación adquiere validez. Es fácil justificar, hechos y cosas cuando esos asuntos no le afectan a uno mismo.
Es así como Juan Hernández, hasta hace unos días, mantenía y sostenía, que las extradiciones de hondureños ligados al narcotráfico y a otros delitos conexos con este flagelo, formaban parte de los éxitos suyos en materia de seguridad, y que eran la demostración de que aquellas palabras en las que anunciaba su determinación de combatir este flagelo, eran ciertas, talvez las únicas ciertas de las que ha dicho en toda su vida.
Sin embargo, en una actitud que ya no nos sorprende el señor Hernández, desde hace unos días, ha dado un giro en la retórica usada para este hecho, y ahora nos dice, que hay que ser muy cuidadosos con las extradiciones y que, de ninguna manera, este procedimiento debe violentar el proceso legal interno de nuestro país.
No es el mismo Juan Hernández, no es el hombre de la mano dura en contra de los narcotraficantes y los empleados de estos. Y no es que sea raro, que Hernández cambie de opinión. Antes de instalarse en el solio presidencial, firmo un documento en el cual se comprometió a impulsar reformas electorales consensuadas con los demás; instalado dijo que eso no era necesario. Mil cosas han prometido, mil cosas han incumplido. No tiene palabra de hombre, no se puede confiar en el.
Y entonces uno se cuestiona cual es el hecho que ha obligado a Hernández a cambiar de opinión. Queda claro, el anuncio de que el hermanito menor de Juan Hernández, ya se menciona en la lista de personas a las que se les estará siguiendo procesos extraditorios a petición de la embajada de la Colonia La Paz, por sus nexos con los primeros hondureños a los que Hernández se ufanó de haber enviado sin necesidad de visa hacia los Estados Unidos.
Ante la posibilidad cierta de tener que entregar a su hermano, entonces nos quiere vender la idea de que es cuestión de soberanía, el cumplimiento de las leyes, las que en todos los otros casos inclusive el de los Rosenthal, no tuvieron la mayor importancia. Esas mismas leyes que Juan Hernández hoy invoca, fueron a propósitos omitidas en todos los anteriores casos de extradición, en las que hondureños, culpables o no, fueron sometidos y enviados al país del Norte, para ser juzgados por delitos supuestamente cometidos en aquel país, ante la incapacidad manifiesta y la corrupción imperante en el sistema nacional de justicia.
No ha sido para Hernández, un asunto de soberanía, la entrega del territorio nacional, para las ZEDES, que no son más que enclaves dedicados a acciones delictivas, sin control alguno del país anfitrión, un estado dentro de otro estado. No ha sido un asunto de soberanía, el vergonzoso proceso de privatización de los recursos naturales, infraestructura y más, propiedades de todos los hondureños, las que, en contratos lesivos al país, han sido entregados de manera ilegal a extranjeros, quienes las han adquirido a través de los testaferros de siempre.
Pero cuando se trata de la sangre, de su delfín, al que el mismo ha dirigido en su actuar, ese que hoy lo pone a las puertas de una extradición, entonces se recurre al sempiterno cuento del patrioterismo. Es la misma historia estúpida en la que se provoca el fanatismo de la gente y se explota a favor de algo o de alguien, algo a lo que los hondureños somos proclives. Futbol, religión y “patriotismo político”, son los talones de Aquiles de una sociedad ignorante y fanatizada como la nuestra.
Y Juan lo sabe y ahora pretende explotar esos sentimientos, a favor de su hermano y de el mismo. Espera el que los hondureños nos volquemos a defender una probable negativa a entregar a su hermanito, o a cualquiera de los suyos. Ya con Callejas, vimos un cambio en cuanto al trato que se le dio a un caso igual en esencia legal, al de Don H, los Valle, los Rosenthal y todos los demás. Hasta ahora los bienes de Callejas están a salvo, contrario, a los Rosenthal cuyos bienes adquiridos ya de manera licita o no, fueron saqueados y repartidos entre los buitres nacionalistas. El caso del hijo de Pepe Lobo, ha tenido un tratamiento similar al de Callejas. Y es que estos dos, Callejas y Lobo, pertenecen a la cúpula nacionalista, por lo cual ellos tienen derecho a un tratamiento legal distinto al de los demás hondureños.
La entrega de los criminales a la justicia de otro país, no fue un asunto de soberanía, sino hasta ahora, en que parece que ese monstro creado para los de fuera, empieza a amenazar las cabezas de los de dentro, de dentro del circulo de Hernández. Se vuelve peligroso, por la casa en Estados Unidos, de la señora Ana García, por los movimientos de dineros del IHSS hacia los Estados Unidos y por otros síntomas que ya desde hoy apuntan hacia el círculo cercano de Hernández como la causa de la infección.
Y entonces recurre el hombre a algo que él conoce y cree que sigue ocurriendo, que los hondureños vamos a seguir siendo imbéciles y que estaríamos dispuestos a pagar las consecuencias de negarse a enviar en vuelo privado a todos los que aquel gobierno del norte reclame. Ellos abrieron esa puerta, hoy que asuman las consecuencias. Por nosotros, lo que queda es exigir que a todos se les dé el mismo trato que a los anteriores, al fin que ya estas acciones son legales porque para eso ya existe la suficiente jurisprudencia.
MACH
13.01.16

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